Estamos viviendo en estado de guerra desde el pasado martes, eso no implica que esta recién empieza. Unos creen qué se inició al cerrarse la Base de Manta, otros que cuando se “pacíficó” a los pandilleros, lo cierto es que llevamos más de 15 años viendo como el “enemigo” toma posiciones estratégicas y poco se ha logrado para detener su avance, peor aún su derrota.
Bien ha hecho el Presidente al llamar las cosas por su nombre y definir sin temor cómo terroristas a los grupos criminales que operan en el país. No más medias tintas, aquí no hay insurgentes, hay criminales movidos por el lucro. Espero también que el lenguaje “progre”, conque se arropan los políticos oportunistas también cese. Los presos son eso, no PPL y las drogas son drogas, no sustancias sujetas a fiscalización. Es también hora de que los defensores de los derechos humanos se pongan del lado de las reales víctimas y no de los verdugos.
Las guerras no solamente requieren de estrategias y tácticas bélicas, se requiere también de una clara y bien ejecutada estrategia de comunicación. Dicen los expertos que esta es una guerra asimétrica ya que las capacidades de los grupos en conflicto son totalmente diferentes, por la considerable diferencia, cuantitativa y cualitativa, de potencia militar, tecnológica, diplomática y/o mediática.Por eso el campo de batalla no es uno solo, ni compete exclusivamente a los uniformados. Todos somos o debemos ser combatientes. No hay espacio para la neutralidad.
Sin mirar más atrás, hasta el 9 de enero los enemigos del Ecuador han ganado dos batallas, una cuando se descubrió la desaparición de un criminal de alto perfil y se convirtió en meme a muchas autoridades del país que no sabían qué había ocurrido y más aún cuando se nos comunicó que esa noche a las 8 pm se harían “importantes anuncios por la seguridad de todos los ecuatorianos”. Y no se produjo ningún anuncio a la hora señalada. La otra, durante la toma de TC, no hubo la capacidad de cortar adecuadamente la señal de ese canal y se permitió que los terroristas cumplan su objetivo. Aterrorizar al país en vivo y en directo por mucho tiempo. Por cable duró horas.
La estrategia de comunicación durante una guerra tiene dos objetivos: informar con precisión hitos alcanzados y persuadir al enemigo para que cese sus acciones.
El gobierno ha demostrado que tiene la decisión política de enfrentar a los terroristas y criminales, ahora tiene que demostrar que tiene una estrategia de guerra clara y los medios para vencerlos. Dicen los expertos que una guerra como esta no se gana solamente militarizándola, ya que el enemigo, en nuestro caso, ha infiltrado varias instituciones del estado, la movilización social es clave, desde la base de la sociedad debe originarse un movimiento de repudio al enemigo, ahí es cuando se pone en evidencia una estrategia de comunicación eficiente y bien ejecutada. Esta no es una guerra de Influencers, bailes en Tik Tok o tiernas fotos en Instagram. Necesitamos urgente una campaña que nos ponga a todos en sintonía con un solo objetivo. No se trata de apoyar a un gobierno, se trata de salvar al país.
La última vez que él Ecuador enfrentó un enemigo en la frontera, el Presidente Durán – Ballén convocó a todos los expresidentes vivos a presentar un solo frente contra ese único enemigo y todos depusieron sus posiciones políticas por el bien del país. Gran ejemplo a seguir. Es la hora de la patria, no de los políticos. Es la hora de la grandeza y el desprendimiento, sin ello no se ganan las guerras y nos compete a todos. Solo hay dos bandos.
(Texto publicado previamente en Expreso)
Horacio Chavarría P.
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