Las últimas semanas han sido cruciales para la campaña presidencial en USA. Desde el desastroso resultado del debate anticipado entre los entonces posibles candidatos Trump y Biden, en el que el actual gobernante hizo una lamentable presentación que puso en entredicho, frente a sus gobernados, partidarios y el mundo entero su capacidad para seguir gobernando durante un periodo adicional, hasta su abandono de la carrera.
El equipo del Presidente organizó una campaña de control de daños alrededor del concepto, cualquiera tiene un mal día, que aparentemente estaba funcionando y las encuestas de esos días así lo demostraron, aunque eso no frenó la división interna y partidarios muy visibles, artistas, intelectuales y políticos le retiraron su apoyo y detuvieron sus contribuciones monetarias.
A pocos días de la instalación de la Convención Republicana para designar a su candidato, el intento de asesinato a Trump y la alarmante demostración de insólitas fallas del Servicio Secreto, que tenía la doble misión de proteger a un ex presidente y a un candidato, salpicaron con teorías conspirativas a la candidatura demócrata, esto volvió a encender el debate sobre si Biden debía retirarse, sin importar los claros llamados que él hiciera a la unidad del país y al cese de la violencia. Un quebranto en su salud puso en pausa la campaña y la ola de rumores y de desmentidos sobre su abandono de la carrera presidencial generaron gran confusión, finalmente el 21 de Julio ocurrió lo que debió haber ocurrido semanas atrás.
A renglón seguido Biden indica que apoyará a su Vicepresidenta Kamala Harris para que sea la candidata del partido Demócrata.
El proceso de designación de candidatos en USA es complejo y difícil de asimilar para los que vivimos sin partidos políticos y tradiciones democráticas. Ahora ella está en campaña al interior del partido para conseguir los votos de los delegados estatales para ser nominada oficialmente en la Convención Demócrata como candidata a la presidencia, todo indica que lo logrará.
Las campañas electorales no se heredan, tampoco los liderazgos o el carisma; Harris debe demostrar que tiene méritos propios y capacidad de ganar la elección. Lo que si ha heredado es el equipo de campaña y los fondos recaudados, a los que sumó 81 millones de dólares a las pocas horas de lanzarse.
Armar una candidatura y lo que esto implica: Tener una visión propia, un plan estratégico, un mensaje y unos símbolos no se hace en pocas horas. La principal demostración de esto es el diseño, evidentemente pobre y escaso de significado, del logo y slogan de campaña realizado en pocas horas. Todo lo que dice es “Harris for President”, usando la misma tipografía y tonos del logo de la campaña Biden-Harris del 2020. El único mensaje de este diseño es continuidad y un despegue de la campaña que hizo Harris para ser nominada como compañera de Biden con colores diferentes, lila y amarillo, y su slogan “Kamala Harris for the people”, probablemente con la intención de distanciarse del pasado.
Crear una marca política apetecible no es sencillo, Harris tiene una carrera controversial para algunos y todo indica que usará su agresividad, diferencia de edad y experiencia como fiscal para radicalizar la postura del partido contra Trump por sus asuntos legales. No será la campaña aburrida que se vaticinaba. Una encuesta de Ipsos del 23 de Julio le da una ventaja de dos puntos sobre Trump.
A propósito de logos hechos al apuro hay que recordar que a veces funcionan, el de Nike fue realizado en 17 horas, por una estudiante a la que le pagaron a razón de $2 la hora.
Can Kamala Harris just do it?
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