lunes, 27 de marzo de 2023

LAS PALABRAS Y SU PODER DESTRUCTOR



El peso de la palabra y su capacidad para construir o destruir no pueden ponerse en duda. Su uso ha servido a través de la historia para impulsar causas nobles, arengar tropas, movilizar voluntades, conseguir votos, etc. Ejemplos hay por miles y en todo el mundo, pero hay dos que vale la pena tener presentes, tanto por su peso, como por sus consecuencias.

El primero, hace poco se cumplieron 20 años de la invasión a Iraq por parte de Estados Unidos y las palabras que movilizaron a todo un país y a medio mundo a sumarse a esa causa fueron “ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA”. Estas fueron repetidas por las autoridades americanas y por líderes mundiales en todos los foros posibles,  para justificar la guerra. 

El peso de aquellas palabras generó temor y la necesidad de acabar con ellas y con quienes las poseían.  A todos nos invadió la sensación de que si no se las hallaba, destruía e impedía su uso el Armagedón estaba próximo. 


Esas palabras no son nuevas, fueron usadas por primera vez para describir el bombardeo de la Luftwaffe a Guernica en la Segunda Guerra Mundial. Tan sólo quedaron en desuso, hasta que los asesores del entonces presidente Bush las usaron como un “spin” para justificar una guerra. Sobra decir que jamás se encontraron armas de ese tipo en Irak, recientemente el exsecretario de prensa de Bush, Ari Fletcher reconoció que se trató de una mentira y que no sabe las razones que impulsaron aquello. Lo cierto es que murieron más de 10 mil soldados de ambos bandos, millones fueron desplazados, ciudades se destruyeron, el costo económico es gigantesco y todo fue generado por esas cuatro palabras.

Otro ejemplo, es el de las palabras “MAFIA ALBANESA”. El país entero se halla convulsionado por éstas; su uso indiscriminado, mal intencionado y con claras intenciones de desestabilizar al gobierno, es patético.  La amplificación de esas palabras en redes sociales y medios digitales y tradicionales ha logrado su implantación en el imaginario colectivo, más aún cuando los opositores al Gobierno han vinculado esas palabras a nombres y rostros  con los que no existe nexo alguno. Han logrado potenciar maliciosamente el valor de las palabras con la fuerza de las imágenes y su capacidad de hacer daño y generar sensación de caos.  No existe ciudadano o empresario sensato que se sienta cómodo con este escenario, no es bueno para nadie, ni siquiera para los que lo han generado porque no pueden controlar sus consecuencias.

Una reciente publicación de McKinsey sobre riesgos geo-políticos que generan disrupción, analiza tres escenarios posibles, con palabras muy evocativas, que los empresarios deben considerar, los “CISNES NEGROS”, los que nadie puede prever, “RINOCERONTES GRISES”, los que se analizan como posibles y están en el radar pero se los percibe distantes y las empresas anticipan posibles escenarios de respuesta.   Se habla inclusive de que puedan ocurrir estampidas de rinocerontes grises y sus efectos negativos se potencien. Pero en estas tormentosas circunstancias aparecen “RAYOS DE LUZ” que no son más que oportunidades que la adversidad trae consigo. 

Sin duda hoy el país, no sólo la clase política, está a merced de alguno de esos animales y está a la espera que sus líderes demuestren que sí hay rayos de luz que puedan aprovecharse.

Es función de todo analista de riesgos empresariales y  de reputación, estudiar y evaluar escenarios y preparar respuestas y acciones para evitarlos o mitigarlos, información que debe estar contenida en el Manual de Manejo de Crisis de la empresa. Vale la pena tener presente la frase del poeta Paúl Valery:        “Nunca antes la humanidad ha combinado tanto poder con tanto desorden, tanto conocimiento con tanta incertidumbre” .


Horacio Chavarría P.


Presidente Ejecutivo Alterno y Gerente General de OI Comunicaciones, asociada a Fleishman-Hillard. Experto en Consultoría Estratégica, Manejo de Crisis, Relaciones con la Prensa, Media Training, Comunicaciones internas y soporte a Marketing.


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